Wednesday, February 22, 2012

Solía andar por estas calles, hace algún tiempo, de lunes a viernes. Ahora de nuevo las recorres; unos centímetros más alto, unos kilos acumulados. El camino parecía más grande, los relojes corrían más lento; en realidad yo no existía. ¡Estos recuerdos no son míos!, son sólo residuos pegados en las paredes de esta maquina encefálica que se niega a mutar como el resto del cerebro que muere y renace cual fénix. Los restos percudidos de una de las muchas vidas que viví. Ahora te sientas en los cafés a espiar a la gente, miras al rededor con tu aire de suficiencia, les observas mientras tomas tu americano sin azúcar y decides sobre sus vidas en servilletas arrugadas. Se levanta y paga la cuenta, sale del establecimiento y se dirige por el pasillo del cine a la calle, sigue con la mirada a sus marionetas mas recientes, podría hacerlas irse a pie o en auto; correr o ser atropelladas; convertirlas en meros actores de reparto o en protagonistas. Atravesaba el estacionamiento justo como ahora, arrastrando los pies y con la mirada distraída, subía al colectivo y me dirigía a la colonia. Siempre fue así, no me daba cuenta que perdía el tiempo. Lo perdías al igual que ahora, solo que ahora si miras, ahora sigues a la gente y te crees el dueño de su suerte. ¿Te habrás preguntado si no eres también un títere?